Acerca del sistema de cuotas de música nacional en la radio

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El antropólogo peruano residente en Canadá, José Javier Iguiñiz, nos presenta una panorámica acerca de los beneficios y la necesidad de políticas públicas para fomentar la producción musical nacional

Sobre las cuotas

La semana pasada se celebraron los premios Juno en Canadá. Los premios Juno son el equivalente Canadiense a los American Music Awards. La escena musical Canadiense ha logrado sobrevivir a la influencia estadounidense y está experimentando un crecimiento espectacular con bandas como Feist, The Rural Alberta Advantage, Arcade Fire, Broken Social Scene, Team Canada DJ´s, K-os, entre muchos otros. Esta lista por supuesto no incluye al ejército de jóvenes músicos experimentando con géneros menos globales como el Blue Grass, Country, Folk, o Aborigen.

La existencia (y sobrevivencia) de un mercado musical canadiense junto a un monstro industrial como el estadounidense no es fortuita sino que se debe a tres factores: Primero, la perseverancia de una comunidad de músicos comprometidos con su arte. Segundo, al trabajo de hormiga de miles de personas que mantuvieron el mercado local asumiendo riesgos económicos usualmente asumidos por compañías disqueras. Y tercero, a una serie de políticas públicas impulsadas por el gobierno canadiense destinadas a crear y promover un mercado local.

Esta política se construyó sobre dos piezas angulares: La compañía de telecomunicaciones del estado (CBC por sus siglas en Ingles), nave insignia de la política cultural canadiense; y una serie de políticas públicas orientadas a promover la oferta y la demanda musical. Del lado de la oferta solo mencionaremos que incluye no sólo un sistema de subvenciones a artistas sino la posibilidad de acceder a un seguro medico, fondo de pensiones y otros beneficios característicos de industrias más estables, todo organizado y administrado desde el Concejo Canadiense para las Artes. Del Lado de la demanda, la característica más resaltante es un sistema de cuotas que aún existe hoy en día.

Los premios Juno reciben su nombre de Pierre Juneau creador del sistema de cuotas que actualmente rige a la radio y televisión canadiense. En 1971, cómo director de la Comisión de Radio y Televisión Canadiense, Mr. Juneau creo la política llamada Canadian Content (CanCon). CanCon regula el porcentaje de contenido Canadiense que compañías de radio y televisión (incluyendo cable) deben transmitir cómo parte de su oferta. Por ejemplo, en 1971, Mr. Juneau definió el porcentaje canadiense del contenido musical en 25%. En los 80´s subió a 30% y en 1999 a 35%. Hoy en día, por ley, 35% del contenido musical de una radio emisora o canal de televisión debe haber sido compuesto, interpretado, producido y/o escrito por un ciudadano canadiense.

Estas políticas públicas han sobrevivido todo análisis costo-beneficio realizado. De acuerdo a estadísticas oficiales, el consumo de bienes culturales en Canadá superó los $22 mil millones de dólares Canadienses en el 2003; más que el tabaco, alcohol y juegos de azar combinados. Esta cifra representó tres veces más que la inversión total hecha en arte por todos los niveles de gobierno juntos. En el 2009 Canadá, país que cuenta con aproximadamente 0.4% de la población mundial, capturó el 2% del mercado mundial musical equivalente a $456 millones de dólares y generó ingresos directos e indirectos totales (incluyendo seguridad, logística, venta de cerveza y parafernalia, entre otros) superiores a los $2 mil millones de dólares canadienses empleando a más de 12 mil personas.

Si bien podríamos acusar a este tipo de políticas de paternalistas y pasar horas discutiendo acerca de las contradicciones entre la promoción cultural y las reglas del libre Mercado, más interesante sería ver a estas regulaciones cómo un ejercicio de política industrial, es decir, cómo el ejercicio de crear una industria donde actualmente no existe. Este sistema de cuotas existe en Canada, Australia, Mexico, Israel, e Inglaterra entre muchos otros países y fue impuesto a mediados del siglo XX cómo una estrategia para proteger a la industria local del desmesurado poderío norteamericano.

El relativo éxito actual de esta industria no es consecuencia del sistema de cuotas sino de una política cultural encargada de promover estrategias de libre mercado, «crear las condiciones para que exista competencia» le llaman. Por supuesto las políticas culturales canadienses representan un universo en sí mismo donde se articula la radio y televisión nacional, el sistema de subvenciones, el sistema de cuotas, y escuelas de arte. Todo regulado por agencias culturales externas al gobierno y administradas por representantes de los gremios culturales.

La critica el Perú no es Canadá, es válida. Para implementar un sistema así se necesita dinero, capacidad de gestión, y capacidad institucional. También es cierto que sin una política cultural coherente, holística, y realista no se avanza mucho. Pero también es cierto que implementar un sistema de cuotas le cuesta cero al gobierno, que la capacidad de gestión existe en las radioemisoras, y que no necesita capacidad institucional sino bandas con talento, y talento hay. También es cierto que siempre hay que empezar por algún lado. En el caso del sistema de cuotas hay modelos, hay evidencia, y no requiere recursos, sólo voluntad politica.

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