Natasha Luna – no es una oscuridad deprimente.

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Natasha Luna regresa con una propuesta intimista y oscura, donde el sonido desarrollado en su álbum debut «Emilio» evoluciona hacia un trabajo menos pop rock y mucho más cercano a la música concreta académica que aún seguimos llamando «clásica».

El caso de Natasha es bastante particular, pues se trata de una producción con una sonoridad muy inusual en el contexto local, que está lo más alejada posible de las pautas de lo que debería ser radiable, sin embargo cuenta con una cálida recepción en la prensa especializada.

Recibimos noticias de ella con motivo del lanzamiento de su nuevo disco «Carcasse» y aprovechamos para enviarle algunas preguntas.

¿Qué es lo que disfrutas de la oscuridad?
Que en ella surge lo que no simplemente está ahí, ociosa y pasivamente. Las cosas más bien se presentan, se hacen realmente existentes. Y quizá surgen por esa sensación de vacío que no hace que el entorno sea evidente y por lo tanto ignorado. Me parece un mundo rico, divertido. No es una oscuridad deprimente. No soy una persona débil ni triste, y quiero creer que lo que creo musicalmente, aunque no hace bulla, se muestra fuerte.

También me gusta la oscuridad porque en ella hay soledad y silencio, creativa y personalmente, es el mejor lugar para mí. Las personas me hacen sentir como un animal grandote que tiene mucho sueño y una horrible resaca, y que es obligado a levantarse de la cama.

¿Cuál fue el proceso de composición de Carcasse?

En términos de modo, fue el mismo que para los anteriores: jugar en el sinte sin buscar nada en especial, e ir construyendo las canciones desde ahí. En ese mismo proceso se construye la atmósfera que luego o en el momento pide sus propios arreglos.

En cuanto al tiempo: dilatado. No dedico mucho tiempo a la música. Trabajo un día, luego recién después de una semana, a veces de un mes o quizá más. Igual para grabar. No me gusta eso de planificar un horario ajustado, como quien entrega una tarea. Quizá sí soy un animal grandote dentro de mi pequeño tamaño.

¿Hay alguna narrativa que subyace al disco?

Definitivamente se trata de construir historias. Espontáneamente me sirvo de todo lo que leo, escucho, veo, etc. Pero eso sí, ya son parte de mí los personajes a los que recurro. Quizá tienen otro origen (libros, películas), pero todos ellos se transforman en mi propia narrativa. ¿Cuál? Quizá sea reiterativa, pero no quiero reprimir lo que se presenta a mí: el personaje que rehuye al mundo (Phantom of the Night es Nosferatu, de hecho es el título de la película de Herzog, Rotkäppchen es Caperucita, y en esta versión ella se va con el lobo, y manifiesta su desprecio a los humanos, Until We Rot es sobre una pareja que decide ignorar al mundo, sus discursos
de lo que es la vida y el amor sanos, y tan solo se encierra a tener sexo hasta que llegue la muerte, etc).

¿Cómo fue grabado?

Yo compongo de modo artesanal, casi medieval, en casa, y llevo todo al estudio (Quilca Road). Grabo las bases primero, y luego vienen los otros músicos, y se suma, antes o después, los arreglos propios.

¿Por qué no sueles tocar en vivo?

Varios factores. Sin orden específico: flojera, terror a la logística, no tengo banda, no soy consistente, pierdo dinero, y mi trabajo no me da mucho. Tampoco tengo instrumentos, solo un viejo sinte, ni siquiera tengo ampli. Y quizá lo más importante: no siento que mi música busque ser presentada en vivo. No puedo vivir sin construir historias y sonidos, aun si no hago concretamente música, está siempre en mi cabeza, haciéndose. La presentación en vivo me parece por el contrario una repetición en la que yo ya no soy yo.

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