«Todos los que vimos en Hollywood» Lobel

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Texto por: Estefanía Penny Foto: Álex Freundt

“Perú: mi diamante en bruto”

Entre streamings y mascarillas, Lobel (Facundo Bugallo), músico argentino, ha sacado del horno una obra que llevaba cocinándose desde sus últimos meses en Buenos Aires. Hoy nos cuenta sobre él, sus motivaciones para llegar hasta aquí y nos describe las historias detrás de su primer disco como solista “Todos los que vimos en Hollywood” que ya se encuentra en todas las plataformas.

Lleva fuera de Buenos Aires un año y seis meses. Terminó con su banda “Conexionistas” y empezó a buscar campos fértiles para sembrar su música como solista.
Cuenta que en su tierra patria la escena está tugurizada. Por eso, luego de una larga investigación sobre artistas locales; consultarlo con su almohada y con algunos amigos colegas, decidió que el mejor lugar era el Perú.
Después de haber tocado varias puertas a kilómetros de casa -y en medio de una pandemia- Lobel ha sacado su primer disco: “Todos los que vimos en Hollywood”. Una historia de verdades incómodas. De un hombre que muere en el amor y renace en reflexiones sobre la sociedad, de aquello que nos rodea. Esto acompañado de matices provenientes del clásico rock argentino.

¿Cómo así llegaste a Perú? Considerando que la escena musical en Argentina está más desarrollada.

Ese es el problema. La escena está reventada en Buenos Aires. Por eso, primero pensé en ir a México. Hablé con un amigo que vive allá y me aconsejo que mejor vaya a Perú, porque México está tan feroz como Argentina. Así que empecé a estudiar las bandas de acá, a preguntarle a gente sobre cómo respondía el público local al rock y me decidí. Compré un pasaje de ida, hice las maletas y vine. Los primeros meses fueron durísimos. Lima con su cielo nublado y el tráfico me hacían extrañar Buenos Aires. Pero fui conociendo a gente linda y la verdad es que ahora la estoy pasando bárbaro.

¿Y tu vínculo con la música?

No tenía ninguna vocación musical. Estaba convencido de que sería director de cine, pero me pasó algo que me marcó. A los 15 años me enamoré romántica y estúpidamente de una chica de mi curso. Sufría mucho por eso y nadie me decía lo que quería escuchar, no me tomaban en serio.
Un día me pasaron un disco de Calamaro y finalmente me sentí comprendido por alguien que hablaba de tener el corazón roto. Lo expresaba con la misma claridad con la que yo lo sentía. En ese momento descubrí lo que quería: hablar de lo que me pasa, convertirlo en una canción y compartirlo con la gente. Porque al final la música es un espacio de contención.

 ¿Te apoyas en el desamor como una palanca creativa?

He llegado a pensar que estaba condenado al mal de amores para componer. Pero no es que yo lo buscara. Era la vida la que lo disponía así. Es una fuente muy inspiradora para mí.
Creo que un artista canaliza todo lo que le pasa, pero no voy a negar que el desamor es una de las emociones más profundas. Porque cuando las personas se identifican con esa emoción, la música es capaz de llenarlos.

¿Quién es Lobel?

Un personaje de ficción. El nombre “Lobel Cuandof” es un anagrama de mi nombre “Facundo Bello”.
Por otro lado, me inspiré en el fantasma de la ópera, por la idea de la máscara. Todos portamos una en algún momento. Es una forma de hacer visible lo que ocultamos en la sombra. Como dice Karl Jung, hay mucho de nosotros que reprimimos: la parte mala, la parte negativa.

Entonces Lobel sería una manifestación del inconsciente de Facundo…

Me gusta pensarlo como un inconsciente colectivo, porque lo quiero compartir con el resto. Todos podemos reconocernos y enfrentarnos a nuestras verdades incómodas y esa representación del inconsciente tiene forma de máscara.

¿Cómo fue el desarrollo de este nuevo proyecto?

Un tren bala. Me separé de “Colexionistas” en febrero del 2019. Para marzo ya había creado el personaje. En abril grabé el disco. En mayo lo mezclé y mastericé. En junio vine con un tema subido a Spotify y acá empecé a tocar todas las puertas habidas y por haber. Llegué insoportable. Eso me trajo buenas cosas y gente linda. No perdí ni un día.

La pandemia debió haber significado un frenón de ese tren.

¡Tremendo! Venía tocando todo el tiempo en lugares muy buenos. La gente que iba a los conciertos ya empezaba a saberse las canciones… Este año se cancelaron un montón de fechas buenísimas que ya tenía en la agenda. Pero eso no me detuvo, pues me puse a componer, a grabar y ya estoy en mi segundo disco. El tiempo no lo perdí.

Los referentes de la música argentina dejan la valla súper alta… ¿Tú te identificas con ellos?

Por épocas. Fito es la música con la que yo nací. Después, escuché los Tipitos toda mi niñez, luego escuché a Calamaro en mi adolescencia y después de eso a Charly, los Babasónicos, Los abuelos de la nada. Finalmente, llegué a mi máximo referente que fue Gustavo Cerati.

¿Y de aquí?

¡Los Outsiders me parecen súper originales! Me gusta lo que escriben, lo que componen, cómo suenan en vivo. También Amadeo, Riviere, los chicos de Suerte campeón y me encanta Amén por esa sangre roquera.

Tengo la sensación de que este disco es una evolución de ti…

Está el desarrollo de la historia de amor que me dejó devastado y fue uno de los motivos por los que me fui de mi país. Necesitaba ir a un lugar libre de ella, de abrir la cabeza otro lado y eso se siente en las canciones. Además, hay algunos temas que hablan sobre los momentos que estamos atravesando como sociedad.

Sobre eso, es raro encontrar una canción contestataria sobre el abuso hacia la mujer, pero interpretada por un hombre. ¿Qué te llevó a escribir “Psicópatas”?

La chica con la que estaba de novio era feminista y la verdad es me que educó al respecto: cuán víctimas hemos sido todos los hombres y mujeres del sistema heteropatriarcal… También la escribí a raíz de muchos feminicidios que estaban ocurriendo en Buenos Aires. Por otro lado, está la idea de las relaciones tóxicas. Si bien la canción tiene un contexto feminista, habla de los psicópatas que se visten de príncipes, pero no son.

¿Cómo ha sido la experiencia de este nuevo proyecto desde un nuevo país?

Fue grabado entre Lima y Buenos Aires con la colaboración de artistas de bandas locales de ambos países, como Carlos Calderón Sussoni (Los Outsiders-Perú) y Walter Piancioli y Raúl Ruffino (Los Tipitos-Argentina).

Perú me ha tratado muy bien. Tengo buena onda con la gente de acá. La parte más difícil está en la escena musical. Creo que acá falta una unión de bandas. Aunque las hay, son muy pocas. Tengo ganas de que arranque de nuevo la movida, de que se active todo ya, porque Perú es un diamante en bruto y sobra talento que está esperando salir.

¿Qué es lo que te gustaría que las personas se lleven de tu música?

Que haya un disfrute. Que pasen un momento de gracia. Cuando veo un atardecer me siento abruptamente feliz; es algo simple, dura un instante. Eso mismo quiero que sientan.

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