Fotos por Patricia López Cabrera y crónica por Kamilo Riveros Vásquez

La presentación de la edición del vinilo de Narcosis, Primera dosis, estaba cargada de sensaciones por varias razones.

El festival (y el vinilo) fueron producidos por Contraorden Discos; longevo, constante y productivo sello, innegablemente representativo de la escena hardcore peruana, que organiza conciertos y edita a bandas nacionales y extranjeras.

La calidad y la lógica de la organización era evidente desde el saque, si bien el 2001 Narcosis se presentó en el Kaos junto a Manganzoides y Metadona, esta sería la primera vez que tocarían con bandas que están directamente influenciadas por el legado sonoro de la banda.

El concierto estuvo programado para otra fecha, pero fue cancelado. El Salón Imperial de Cailloma, acreditó autorización para actividades, pero está debajo de la ex Cooperativa Santa Elisa. Cuando ese edificio fue intervenido, la producción de Contraorden se acercó a consultar por la viabilidad de su evento. Les dijeron que realice su evento sin problema y el mismo día informaron que el local tenía autorización pero el concierto no. Con lo cual personas que habían llegado desde Estados Unidos, Colombia y varias provincias del Perú, se quedaron sin poder verlos.

Este concierto era una venganza

El factor que era lógico, pero no se esperaba en tal magnitud, fue que aparecieran diversas generaciones de participantes de la escena. Apareció gente que «no bajaba» a los conciertos durante los noventas y quienes habían aprendido a disfrutar de Narcosis en su tiempo y contexto, se encontraron con ellos.

Arrancó DHK, sorprendiendo a quienes habían llegado temprano con una actitud sinceramente punk rock y un sonido hardcore punk crust interesante y tocado sólidamente, que a pesar de los problemas de sonido con los micros y la inicial pasividad de la gente, fueron despertando un merecido pogo. Varios nos preguntamos ¿Porqué tocaron tan temprano? Más gente merecía verlos. Señalaron que ellos participaban del concierto agradeciendo que un sello independiente como Contraorden edite a bandas punks y que si bien les gusta Narcosis y les influencia, «las personas cambian» y ellos buscarán mantenerse con la misma actitud toda la vida.

Tal vez de conocerlos entonces y ahora no dirían lo mismo. Quienes han grabado con Wicho como sonidista suelen comentar que no sienten que estén trabajando con el estereotipo de un cantante de una banda pop independiente, si no con el cantante y productor de Narcosis.

Siguió Irreverentes, una de las bandas que estuvo alentando el concierto desde redes sociales con una intensidad inaudita, generando expectativa con su presentación. Si bien era evidente que la banda había ensayado a fondo para esta presentación, la voz del entrañable Sabú, estaba tan afónica que no permitía apreciar su reflexión sobre la violencia política de la manera como a todos nos hubiera gustado. El tema emblemático que a muchos gusta, menos a los integrantes de la banda, «Asco a la radio» fue coreado, pogeado y celebrado por los asistentes.

La presentación de Autonomia demostró la solides escénica de una banda que pasa los veinte años de actividad, forjando un estilo propio con la base de un firme hardcore punk melódico afilado con letras comprometidas. Si bien ese local y las bandas punk no se buscan mutuamente, Autonomía tocó como en casa, dando una de las mejores presentaciones de la noche. El público coreó y pogeó entregadamente todas las canciones, disfrutando del poder escucharlos con mejores equipos de sonido que los que suelen estar disponibles.

Desarme continuó la celebración, siendo uno de los picos más altos de la noche. La entrega y presencia de cada uno de sus integrantes, mostraba a una banda curtida y compacta, a la cual el escenario casi le quedaba chico. La gente pogeó intensamente todo el set, el cual dejó para el final sus temas más conocidos. La enérgica, crítica y constructiva actitud de la banda, podría haber destacado un poco más si las letras se escucharan claramente.

La presentación de Agresión Verbal fue rápida y tod@s lo agradecimos. Vari@s se preguntaban quiénes eran y si bien algunos habíamos leído o escuchado hablar de ellos en algún momento, no quedaba muy claro qué hacían ahí.

Siguió PTK, que con el repertorio ya conocido por el público presente, dio una presentación entregada y divertida, mostrando porqué son una de las bandas emblemáticas del punk rock en Lima. El buen sonido del equipo de escenario y el saturado sonido de voces, potenciaba la estética de lo precario que de por si cultiva la banda. Es decir, sonaba sucio pero bien.

La participación de QEPD Carreño fue especial en si misma, pues no siempre que la banda se presenta, tiene ante ellos a público que se sepa y disfrute sus canciones. Esta ocasión fue diferente, en una de las mejores presentaciones que les he podido ver en los últimos años. Sin embargo, el retraso inicial y las pruebas de sonido e instalaciones, casi siempre desordenadas, retrasaron el horario una hora, con lo cual la gente ya estaba cansada y quería el plato fuerte de la noche.

Cabe destacar que varias de las bandas dedicaron su presentación o hicieron una mención al recientemente fallecido Leo Bacteria.

Narcosis tuvo una instalación más accidentada que varios conciertos. Con una masa de gente empujándose contra el escenario, gran cantidad de fotógrafos sobre él y la más lamentable actuación de un miembro de la seguridad del Etnias, que tocaba a las chicas del público en la vagina y le pedía dinero a los fotógrafos para dejarles hacer su trabajo. El otro seguridad, más moderado, sólo empujó al fotógrafo que llevaron los mismos Narcosis. Mientras tanto el público se retorcía como un mounstruo de varias cabezas de distintas edades y estados.

Apareció Fernando Vial sobre el escenario, la gente gritaba su apodo. «No me gusta esa chapa de Cachorro» se le escuchó decir. «¿Por qué no gritan «Wicho» «Pelo»? Narcosis somos tres… ahora cuatro con Zamalloa» mientras este instalaba sus pedales. En este caso vendría a ser cierto, pues a Cachorro no le conectaron el instrumento.

La nefasta leyenda del punk, en el cual el emblema de la banda está en tan mal estado que no puede tocar, como con Sid Vicious, se encarna de una manera aún más lamentable, pues Sid no componía, Cachorro sí y su desarrollo instrumental es fascinante y destacable.

Dejando claro que todos entendemos distintas cosas de la frase «hay que destruir para volver a construir» el público se entregaba a la catarsis de las más distintas maneras, o quedaba claro también que estaba en el local de casualidad y poco a poco se fue soltando la brutal masa de cuerpos apretados, para dejar la cancha para un pogo que no era más fuerte porque la gente no podía respirar, puesto que el local permite fumar en su interior y el calor de los varios cientos de personas, lo volvía un verdadero sauna.

Narcosis repasó la gran mayoría de sus temas tocados con una precisión y fidelidad al sonido original que no le habíamos visto en sus demás reencarnaciones. En esta oportunidad sonaron sólidos y ordenados. La batería rudimentaria que define la cadencia de todos los temas, la guitarra a un fuerte punto de saturación y la voz melódica pero descarnada, sin problemas de sonido y apoyada por los interminables gritos del público, que repasaban cada canción, con el particular significado que tiene para cada persona, en una obra mucho más grande que sus autores.

Agradecemos a Contraorden por las facilidades brindadas, la selección de bandas y el constante esfuerzo por sacar el evento adelante y corregir cada inconveniente. Esperamos que el evento fuera un éxito para ellos, estamos seguros que los asistentes y las bandas invitadas disfrutamos de la celebración.

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