Chalena Vásquez y Los Cholos, Edith Ramos y Armando Becerra, La Nueva Invasión

 

 

 

 

La Cámara Peruana del Libro organiza, siempre con altos estándares de calidad, la Feria Internacional del Libro de Lima. En su decimo sexta edición presentó una acertada selección de artistas para rendir homenaje a José María Arguedas en el marco de la muestra “Calandria de fuego: creadores contemporáneos en diálogo con Arguedas” curada por Luz Vargas y César Romero, que estará abierta hasta el 2 de Agosto, día de cierre de esta edición de la FIL.

La presentación arrancó puntualmente ante un auditorio abarrotado de público de todas las edades.

Chalena Vásquez y Los Cholos guardan una fructífera y entrañable comunión artística en la cual la músicóloga potencia sus presentaciones con un conjunto de intérpretes de alta calidad y a su vez el trío ha logrado nutrirse de los conocimientos que ofrece Chale a quien desee escuchar.

Es inusual que se dé una presentación musical de Chalena Vásquez. Nacida en Jíbito, Sullana, Piura nuestra musicóloga creció con un espíritu de persona del campo. Los años de curiosidad profesional, llevaron a esa niña a aprender de los maestros, hasta ser un@ de ellos, lo cual no quita ese espíritu de niña que corre con el pie descalzo sobre el arenal.

El compromiso con sus ideas la llevó a dejar la carrera de ciencias económicas para dedicarse a la música y eventualmente a la investigación musical. Pocos saben que el primer premio de musicología entregado a nivel internacional por Casa de las Américas, fue a nuestra compatriota en 1979. Gracias a un trabajo constante de investigación aplicada, viene desarrollando desde hace 20 años la dirección del Centro de Música y Danzas Peruanas de la PUCP. Manuel Acosta Ojeda a veces comenta ¿En qué momento descansa Chalena? Pues además de libros, artículos y ponencias; más valoradas fuera de nuestro país que aquí; Chale tiene tres discos como cantautora, varios arreglos corales, experimentación con instrumentos prehispánicos, pinturas, poemas, cuentos y una novela (disponibles para descarga desde su página web) Pero además, destaca por su desinteresado aporte a colectivos y personas que comparten con ella una intensa pasión vital por cultivar la vida dignamente y mejor aún si es a partir de las culturas tradicionales peruanas. Con esa orientación empieza su comunión con Los Cholos.

El trío de canto popular peruano Los Cholos, lleva su nombre con orgullo e intención reivindicativa, pero se caracteriza por sintetizar varios elementos del Perú en tres personas que con el mismo orgullo, gusto y cariño podemos llamar: El cholo claro, el cholo negro y el cholo cholo.

Henry Guevara es el carismático vocalista, de ojos claros y cabellera alborotada, que además de cantar, tocar cajón, quena y waqrapuku; busca brindar con sus palabras la información para poner en contexto y valor el repertorio que realizan.

Ricardo García es el virtuoso charanguista, afrodescendiente, chalaco. Una prueba viva de que el color de la piel no hace a la cultura. Con veinte años de experiencia docente, decide rebasar los límites del instrumento, empleándolo para diversos géneros musicales, mientras busca potenciar los recursos existentes, como la técnica del trémolo, o el tocar individualmente las cuerdas de sus charangos (las cuales se agrupan en pares)

Gomer Valverde encarna en las frecuencias graves de su guitarra y potente voz, la sólida ternura del hogar añorado. El cariño y belleza con el que cada migrante recuerda o idealiza lo mejor de su pueblo o a su propia familia.

Lo que pudimos apreciar el último domingo de Julio fue una muy pequeña muestra de lo que la maestra Chalena y el trío Los Cholos han brindado a artistas, estudiantes y doctores de congresos y festivales en provincias u otros países. Pues pocas veces se brinda esa oportunidad de querer lo peruano en Lima.

Lamentablemente el guión ofrecido a la locución en off que presentaba a los artistas, presentó a los integrantes del trio con otros nombres, así que por ello nos hemos visto en la necesidad de detenernos un poco en cada uno de ellos.

El repertorio de los dos discos de Los Cholos son producto de la investigación con gusto y respeto por ese gran constructo que solemos llamar “lo nuestro” pero difícilmente se logra encontrar. Al igual que toda persona con sensibilidad artística, el conjunto se mantiene en una búsqueda. De ella, nos toca a los que podamos escucharlos el disfrutar de cómo interpretan los temas de Manuel Acosta Ojeda o de Felipe Pinglo, o su sorprendente trabajo para adaptar la danza de tijeras o temas andinos muy complejos, a un dúo de charango y guitarra. Pero todo esto, cuando está con Chalena se potencia en clases maestras sobre las culturas del Perú.

Los Cholos iniciaron la presentación con Llameritos de Antabamba, que cuenta con una melodía llevada por el waqrapuku (aerófono concéntrico, tipo corno inglés, hecho de cuernos de toro).

A continuación ingresó Chalena, para cantar a capella un Harawi  (canto quechua muy agudo, antecesor del Yaraví, llamado también Triste) dedicado a la trilla de alverjas, el cual fue recopilado por Arguedas.

Fue momento propicio para que se explicara al auditorio un poco acerca de cómo se emplea la música para coordinar el trabajo colectivo, empleando el sonido como herramienta para la organización de la mano de obra, como buena manera de recordar que las músicas, además de entretener, sirven para muchas otras cosas.

Continuaron Los Cholos con Munaspaqa Suyaykuway, ágil tema cuyo título juega con varios sentidos, que pueden decir tanto “Si me quieres, espérame” como “si quieres, espérame”, traducción que fue alegremente recibida por el público.

El momento en el cual se interpreta el tema Cerquita del Corazón siempre es muy emotivo, puesto que hace referencia al uso de elementos culturales andinos como rasgo de identificación de potenciales terroristas por parte del Estado. Metodología por la cual muchos músicos murieron por llevar instrumentos musicales debajo del poncho, pues aparentaban ser armas de fuego. Esta canción se ha erigido como un tema representativo de los charanguistas a nivel internacional. La versión de Ricardo García, es una de las más destacadas.

Chalena se retira del escenario para dejar a los cholos interpretar la Marinera con fuga de huayno llamada, Con Arpa y Violín, pieza que deslumbra al ser adaptada a charango y guitarra. Lamentablemente entre los cambios de tipos de charango y las diferentes dinámicas de ejecución de las cuerdas, el sonidista no siempre logró presentar lo mejor del trío ante la audiencia, pues los matices más sutiles del charango se perdían ante el grave sonido de la guitarra.

Continuando con la alternancia regresó Chalena para interpretar el tema Por siempre vivirás José María, compuesto por Alicia Maguiña a partir de una frase escrita en la tumba del amauta.  La cantautora brindó una sentida interpretación, afirmando que al margen de las declaraciones oficiales, este es el año del centenario del natalicio de José María Arguedas.

A su vez, como parte de los datos de la clase, Chale destacó el trabajo de JMA como gestor cultural, a partir de registro de más de diecisiete  mil artistas migrantes, archivo que se encuentra en lo que ahora es la Escuela de Folklore que lleva su nombre.

Continuaron con el tema más difundido de las recopilaciones de Arguedas, El Carnaval de Tambobamba. El cual, nos recordó Henry, fue señalado por el antropólogo como el carnaval más extraño que había escuchado, pues narra la muerte de un joven tambobambino, en medio del carnaval.

Tal vez la conexión está en que el carnaval es la celebración de fertilidad y la lúdica suspensión de los tabúes, no es de extrañar que la celebración de los ciclos vitales hable de la muerte, pues es una etapa de la vida.

Chalena y Los Cholos cerraron su presentación con El Chilalo, tondero dedicado al ave que canta dando la hora en el norte del Perú, pero que no puede ser enjaulado, pues antes que cantar en una jaula prefiere suicidarse. Así que esa pieza musical le canta a la vida plena en libertad, como emblemático tema del repertorio de música para niños en géneros peruanos, compuestos por la musicóloga.  La versión que nos brindó esa noche, destaca por el trabajo del charango reemplazando a la primera guitarra, el cual enriquece la sonoridad del tondero (el cual se define en el bajo obligado, que lo diferencia de la marinera) Como era de esperarse, el público ofreció una sentida despedida, aplaudiendo de pie.

Luego de una breve pausa, ingresaron al escenario Edith Ramos y Armando Becerra hijo.

La soprano Edith Ramos, nacida en Ayaviri, Melgar, Puno; aporta a las culturas musicales del Perú por brindarnos una prueba más de que las músicas académica occidental (usualmente llamada clásica) y las músicas tradicionales-populares (usualmente llamadas folklore) no sólo son compatibles, si no que pueden nutrirse mutuamente.

Usualmente la visión académica occidental considera como inferior o “mal hecha” a las prácticas populares. Cuando finalmente lo que ocurre es que las prácticas artísticas de tradición oral, siempre dinámicas, rebasan los esquemas de notación y registro de la música académica occidental.

Es un gusto apreciar cómo las capacidades técnicas del canto de soprano, el más agudo de los registros de ópera, funciona armoniosamente al ser empleadas en los géneros andinos tradicionales peruanos, que de por si suelen emplear voces femeninas muy agudas.

Sin embargo, contrarío a lo que podría aparentar, la selección del repertorio presentado la noche del último domingo de Julio, era lo más tradicional-oral-rural posible. Tan sentido fue este homenaje que la sobriedad y mesura de su presentación, propia de los maestros de mucha mayor edad, contrastaba con la juventud de los intérpretes, que difícilmente sobrepasaba los treinta años.

La sorprendente voz de la soprano puneña, impactó en la audiencia estremeciéndola y emocionándola.  Mientras, el arpa andina ejecutada por el joven maestro Armando Becerra, brindaba por si sola una sólida y compleja estructura rítmica y armónica. Tanto la sonoridad del arpa, como la ejecución del artista, arremetían directa, pero delicadamente sobre los asistentes, evocando en la memoria de cada uno, los recuerdos más hermosos del ande. El respeto y gratitud entre la audiencia y los artistas se sintió durante toda la noche.

Los temas interpretados por Edith Ramos y Armando Becerra hijo, lograron rendir exitoso homenaje al amauta José María Arguedas. Al igual que el acto anterior, interpretaron los dos temas más conocidos de las recopilaciones de Arguedas, el Harawi para la trilla de alverjas y el Carnaval de Tambombamba.

La interpretación de ambos temas tuvo un carácter propio, recordándonos que en las culturas andinas se valora que cada artista tenga su propia versión del repertorio que toca y que se valora la creación heroica, antes que el calco o la copia. Si bien la cautivante voz de la soprano se enmarca en los registros agudos de las voces femeninas tanto en la ópera como en el campo, la cadencia rítmica con la que tocaron cada pieza musical, nos remite a la manera más tradicional-rural de tocar: A pulso, a la velocidad del corazón, no al compás de un pentagrama.

Entre ambas recopilaciones, realizaron un sentido popurrí que juntaba varios temas en runasimi (quechua) y castellano, cerrando con el coro donde un hombre le dice a su amada

“tu tomarás cerveza blanca con tus amigos hacendados, yo chicha de jora con mis amigos proletarios”

Dentro de la temática del evento, en el cual se invitaba al homenaje y reflexión sobre la obra de Arguedas, la intérprete brindó contexto acerca de los temas presentados. En ese sentido nos recordó que el amauta “nunca estuvo indiferente a los conflictos sociales

En ese sentido, el brindar contexto, un aspecto importante fue la mención al encuentro entre JMA y la Pastorita Huaracina, que en ese entonces empleaba el vestuario típico del Qosqo (Cusco) al igual que otros artistas de diverso origen que buscaban asegurarse cierta aceptación en el mercado. José María le dijo a la Pastorita, que si ella era de Huaráz, ¿Por qué no usaba ese vestuario? Afortunadamente la intérprete escuchó el consejo del maestro.

Finalmente el dúo presentó un característico tema del Qosqo, Chincay Chincay, el cual posee varias versiones y adaptaciones, pero fue interpretado de la manera más tradicional posible. No podemos decir que fuera un tema “alegre” pues los sentidos que se le dan a la velocidad en la música, varía entre distintas culturas. En todo caso, podemos decir que fue emocionante.

Un detalle del que se beneficiaron ambos intérpretes, fue que al ser dos personas, el uso de un equipo de sonido bastante potente permitió apreciar a cabalidad su breve presentación. Entre los aplausos del público dieron paso a La Nueva Invasión.

La Nueva Invasión es el nuevo proyecto musical que ha sorprendido a propios y extraños, logrando la atención de un público que se va haciendo cada vez más numeroso y cuenta ya con un núcleo seguro de artistas y gestores culturales como seguidores. Varios de l@s presentes esa noche estarían disfrutando de LNI por tercera vez esa semana, luego de sus exitosas presentaciones alrededor de la ciudad.

Abrieron su participación con una respetuosa mención al oficio de los libreros, noble labor a la que pertenece la familia de dos de los fundadores de la banda, los hermanos Vicente Farromeque, hijos de los fundadores de La Nave de los Prófugos, de los primeros vendedores de libros en el Jr Quilca.

Arrancaron con uno de sus más recientes temas, el tigre. Dando la sorpresa ante parte del auditorio que no imaginaba la energía, conciencia y alegría que emana la banda en escenario.

Continuaron con Las Botellas, un tema que despierta sentimientos encontrados ante su calidad como composición y el hecho de que sea una sublimación de la decadencia propia del alcohol en exceso. Lo cual no evita, o más bien sustenta, que sea un tema que siempre exacerba la fiesta.

Si bien estaban un poco cohibidos, puesto que no es normal tocar en tan buenas condiciones técnicas ante medio millar de personas sentadas, dieron una declaración de principios acerca de sus propias dudas. Nos contaron que en camerinos decidieron que antes que cambiar la propuesta para el ambiente, decidieron ser ellos mismos.

A continuación siguió El Presentimiento,  que deja en claro la posición política de la banda, retomando la crónica urbana y el testimonio crítico.

Coro “Tengo el presentimiento

Respuesta “Que en este juego!

Coro “Yo no estoy de jugador

Respuesta “Eres ficha, estás de peón!

Luego vino, el tema Camina bonito, el cual invoca a la dignidad del migrante y de sus hijos (es decir, de tod@s nosotr@s) con una instrumentación marcada por el sonido de la carretera central.

Ya entrando en calor, continuaron con la canción El Cuento,  cuyo coro grita “no te hagas el huevón” y siempre es contextualizado según la coyuntura nacional o local. En esta oportunidad fue dedicada al presidente saliente, ante la alegría de una audiencia que bailaba a la altura de los extremos del escenario, como para no tapar la vista al público que estaba sentado, pero no por ello menos entretenido.

Inmediatamente se cumplió el tiempo de presentación y se les indicó que les quedaba un tema.

Cerraron con el tema que dio origen a la banda, Serpiente Dios, basado en fragmentos del poema A nuestro padre creador Tupac Amaru de José María Arguedas, que además de incluir interesantes solos, llega a su climax cuando el guitarrista  recita “Al inmenso pueblo de los señores hemos llegado, y lo estamos removiendo”.

Una presentación en la que el sonido dejó apreciar el despliegue instrumental de la banda, en el cual destacan el versátil charango de Aurelio Castillo y la flauta traversa de Fernando Castro, gracias a la sólida base rítmica que logran José Vargas a la batería, Francis Toykin en la percusión menor, Paul Sánchez en las congas y el experimentado bajista Rafael  Avalos. La guitarra de Diego Vicente, hermanando el punk y la chicha,  al igual que la presencia escénica de su carismático hermano Luis Antonio, no dejan de recordarnos a la Av Riva Agüero en el Agustino y aquello que dice que lo que se hereda no se hurta.

Podemos afirmar que la síntesis de cumbias, salsa, pandilla, punk o raggamuffin que acompañan la palabra consciente y comprometida de La Nueva Invasión, los coloca en una continuidad que sigue el camino de La Sonora del Amparo Prodigioso, Los Mojarras y La Sarita.

Felicitamos a la Cámara Peruana del Libro por brindar las mejores condiciones técnicas a la acertada selección de artistas hecha por los curadores de la muestra, pues es inusual que los artistas que viven y reinventan las culturas del Perú accedan a los legítimos espacios que les corresponden en las condiciones adecuadas. Es un gusto ver que hay cosas que cambian para bien.

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