sonidos.peUna mirada panorámica al progresivo actual en el Perú, por César Inca Mendoza.

I

APUNTES SOBRE LA PRESENCIA DEL IDEAL PROGRESIVO EN EL ESCENARIO ROCKERO PERUANO ACTUAL
César Inca Mendoza Loyola
Noviembre de 2011

Este texto es una versión revisada y ampliada de la ponencia originalmente redactada para un simposio que tuvo lugar a fines de octubre pasado sobre el aporte cultural del rock progresivo, organizado por la productora Sonidos Latentes. La mayor novedad de esta versión es la adición de un quinto rubro dentro del repaso a las diversas modalidades de experimentación progresiva que se han venido dando en la escena rockera underground de nuestro país.

1. EL ROCK PROGRESIVO COMO ACTUALIDAD EN EL PERÚ

El revival progresivo de los 90s, centrado inicialmente en la cuadrícula Europa Continental-Reino Unido-EE.UU.-Escandinavia, creó con el correr del tiempo, especialmente desde inicios del nuevo milenio pero con un escalonado sendero de inspiración desde fines de los 90s, en aquellos rincones hambrientos de experimentación rockera versátil en los diversos escenarios musicales latinoamericanos situados fuera del mainstream. El Perú no ha sido una excepción, y de hecho, en los últimos años ha venido aportando cosas muy interesantes y dignas de seria atención al ideal de seguir haciendo rock progresivo en los tiempos contemporáneos. Los tres principales focos de desarrollo progresivo de los 90s en el mencionado revival han sido los siguientes:
• Reforzamiento y maduración del sub-género prog-metalero en base al impulso inicial de Fates Warning, Watchtower y el eternamente paradigmático Dream Theater.
• Ampliación del modelo neo-progresivo, el cual surgió a inicios de los 80s (casi en paralelo a la WOBHM), de la mano de Twelfth Night, Marillion, IQ, Pallas y Pendragon, a partir de una remodelación de los estándares de Génesis/Pink  Floyd/Camel con filtros de new wave, heavy metal (“domesticado”) y post-punk.
• Reavivación del progresivo sinfónico estándar, una estrategia denominada en varias fuentes de difusión progresiva como retro-prog, un término que se prestaría a confusiones y distorsiones peyorativas si no fuera porque fue inventado por varios de los grupos escandinavos que surgieron en el revival 90ero (Anglagard, Sinkadus, White Willow), quienes así ostentaban en clave e irónica su proactiva nostalgia por la herencia de los referentes clásicos del género (al modo en que un presunto caviar se apodera de la etiqueta y dice “sí, soy caviar, ¿y qué?”).

Dentro de la escena progresiva peruana de nuestros días es la primera de estas vertientes la que más se ha resaltado, mientras que el sinfónico estándar (o retro-prog) ha tenido un impacto cuantitativamente menor y el factor neo-progresivo ha sido prácticamente nulo. Más bien, las vertientes progresivas de orientación fusionesca y de inspiración psicodélica han calado más hondo como opciones efectivas. La relevancia del rock progresivo-fusión no es algo raro en nuestras latitudes latinoamericanas, pues en sí, las escenas musicales de nuestros países han sido muy prolijas en cuanto al empleo del lenguaje del jazz de vanguardia a la hora de reformular, renovar y trastocar los discursos y matices de los innumerables folclores criollos y precolombinos del área. El Perú no ha sido la excepción en esto, y teniendo como antecedentes fuertes a El Polen, junto a nuestros vecinos de Los Jaivas (Chile), Arco Iris(Argentina) y Wara(Bolivia), la opción se siente físicamente muy cercana. En cuanto a la psicodelia, de por sí se trata de una estrategia bastante atractiva como experimentación en tanto que apunta hacia las ideas de vuelo mental, libertad expresiva, ruptura de reglas sobre el camino, aprovechamiento de las posibilidades de la guitarra y del ritmo como contrapeso a la tentación de aburguesamiento del mismo lenguaje del rock. Todo esto de la psicodelia, cuando se empapa de sofisticación, ya sea en base a las influencias del Pink Floyd pre-“Animals”, o del krautrock guitarra-céntrico, o del space-rock clásico de los 70s, resulta, al fin y al cabo, progresivo psicodélico.

Repasaremos a continuación las vertientes más saltantes de la vanguardia progresiva peruana del momento; pedimos perdón si el lenguaje entusiasta suena a rueda de prensa o campaña comercial, pero en realidad nuestra intención es principalmente el de tantear una crónica sobre algunas de las muchas cosas que hemos advertido que suceden por aquí. Este repaso se desarrollará en los siguientes cinco rubros de esta ponencia: progresivo-fusión, prog-metal, progresivo psicodélico, progresivo estándar y progresivo experimental free-form.

2. PROGRESIVO-FUSIÓN

Flor de Loto es, hoy por hoy, la banda peruana más llamativa en los círculos internacionales de difusión y opinión de rock progresivo. Con cuatro discos de estudio en su haber y una hoja de vida muy atareada que incluye conciertos en México, Brasil y Francia, hemos presenciado una evolución muy interesante a lo largo de su bien sostenida discografía. Su homónimo álbum debut de 2005 (el único enteramente instrumental) mostraba una firme confluencia de psicodelia, fusión y rock duro que no llegaba a ser realmente metalizado: la riqueza sonora era el resultado de una fina arquitectura donde los elementos mencionados se amalgamaban con buen pulso. El endurecimiento de la faceta netamente rockera de la banda se dio de manera más verídica a partir de segundo álbum “Madre Tierra” (2007), el cual exploraba una equitativa intensidad del elemento fusionesco, especialmente en lo referente al folk andino. Esta magia “bipolar” se derivó en una equilibrada integralidad con el tercer disco “Mundos Bizarros” (2009), el álbum que por primera vez recoge al 100% esa mezcla de colorido sonoro y vigor rockero que Flor de Loto se planteó siempre como norte de sus exploraciones progresivas: ya para entonces, el elemento psicodélico había cedido su presencia totalmente a la mayor relevancia del modelo sinfónico y el prog-metal, los cuales ya se erigían como las columnas vertebrales simultáneas de la esencia progresiva de la banda. Las aristas rockeras se hacen sentir de forma vibrante en este tercer álbum y el más reciente cuarto disco “Imperio De Cristal”, un genuino fruto de la siembra dejada por el álbum anterior – este aumento de la fuerza no supone renunciar un solo ápice a promover amplios espacios para los variados coloridos de las fusiones que siempre interesaron a la banda (lo andino, lo céltico, lo arabesco, lo afroperuano). Dijimos hace un rato que Flor de Loto es la banda más llamativa dentro de los círculos internautas de orientación progresiva alrededor del mundo… y durante los años 2006 y 2007, parecía también enfilada a posicionarse frente a la mirada de los principales medios de prensa musical nacional, pero la atención fue decreciendo en proporción inversa al aprecio de parte de las redes virtuales progresivas.

Supay, con un perfil más bajo y una presencia más inconsistente, pero sin duda con igual relevancia artística, ha apostado por el prog-fusión de raíz andina con persistencia y talento creativo. Al igual que Flor de Loto  este grupo se preocupó meticulosamente en mantener un sano equilibrio entre la robustez del rock (duro, casi metalero, a veces blueseado) y los matices particulares de lo folklórico, no al modo de un punto intermedio, sino haciéndolos confluir de manera natural a través de los delineamientos melódicos de sus composiciones. Grabando su primer disco “Confusión” (2004) como sexteto (con dos vientistas) y el segundo “El Viaje” (2007) como quinteto, se nota en este último una estrategia de polarización entre lo rockero y lo andino, lo cual permite a la banda mostrar una mayor soltura en cuanto a su manifestación de energía y un mayor interés por pulir las potencialidades de cada ingrediente individual de su sonido global. ¿Qué nos espera de un próximo disco? Supay amenaza con lanzar al mercado su tercera oferta discográfica, así que habrá que esperar un poco para ver lo que hay…

Otro punto de referencia está en el disco “Brujos Voladores” de uno de los maestros indiscutibles de nuestra escena fusionesca: Manuel Miranda. En efecto, este disco plasma a plenitud el amor a la tradición progresiva que Miranda siempre ha amado (como coleccionista de discos de Yes, Jethro Tull, Genesis, King Crimson, etc.), más allá de que también forma parte de un grupo tributo al rock progresivo llamado Tempus. Volviendo a “Brujos Voladores”, editado en enero de 2008 tras un largo y meticuloso proceso de grabación y post-producción, recoge una rica y prolija gama de orquestaciones, ambientes y fondos armónicos de genuina esencia progresiva a través de sus habituales y siempre desafiantes reelaboraciones de los diversos folclores de nuestro país. Lo que estaba ya empezando a desarrollarse firmemente en su disco anterior “Tinku” (2002), en “Brujos Voladores” se hizo sentir como todo un kosmos musical progresivo autónomo y totalizador. Si él se hizo justamente merecedor del sobrenombre “Señor de los Vientos” por la prensa musical nacional, él le dio un nuevo significado a dicho sobrenombre al darle un nuevo giro a los estándares de la fusión contemporánea peruana.

3. PROG-METAL

Aquí está, como dijimos antes, el gueto más prolífico dentro de la actual escena progresiva peruana. Bandas comoGX y La Caja de Schrödinger han estado editando sus respectivos EPs debut en estos últimos años para empezar a hacerse presentes en el mercado fonográfico underground, y de paso, seguir agenciando sus viajes progresivos. GX es, dentro de la mencionada tríada, la banda más focalizada en la tradición sinfónica, logrando como resultado que su sonido equilibre la musicalidad estilizada de unos Yes/Génesis/ELP con el boato magnífico del inolvidable Dream Theater de la etapa Moore. De hecho, el teclado ocupa un protagonismo especial dentro del bien afiatado bloque sonoro de GX, aunque es justo señalar que el sonido evidentemente ceremonioso de la banda está bien repartido sobre los hombros de los cuatro músicos. Otro ejemplo de sólida arquitectura comunal está encarnado en Shakken, cuya estructura sonora está definida en buena medida por la mole de guitarras dobles y la vitalidad casi irreal de la dupla rítmica: la vertiente de este grupo está bien centrada en el metal extremo técnico, con algunas ramificaciones Maidenescas y de corte speed metal, y en general, con una actitud ecléctica que incluye elementos de fusión y el dinamismo lúdico de la música de vídeo-juegos. Si en GX lo progresivo predomina sobre lo metalero, en Shakken es lo inverso, y de hecho, ésta es precisamente la orientación más común dentro de este sub-género progresivo.

Otras bandas muy a tener en cuenta son Árbol de Fuego, La caja de schroödinger y Circo al Edén. Árbol de Fuego, con su álbum “Numen”, logró explotar a su enésima potencia el significado de power-trío a través de un ágil eclecticismo que abriga rock duro clásico, heavy, complejidades prog-metaleras, psicodelia de vieja escuela y ciertos elementos de las oleadas 90eras del grunge y el rock alternativo. Para decirlo en pocas palabras, este power-trío se hizo progresivo de forma natural, por el empuje del eclecticismo vigoroso que salía de sus propias entrañas. Por su parte, La caja de schroödinger se establece sobre un terreno un poco menos aventurero aunque igualmente interesado en replantear el discurso metalero desde una sensibilidad progresiva. Leal al formato usual de canción, su material suele tener a la guitarra como instrumento protagonista con las determinaciones de sus riffs y la fuerte presencia de sus solos, mientras que el teclado, al aportar refinadas orquestaciones, capas y solos, se encarga de transportar el sonido grupal hacia una dimensión más sofisticada. Es en esos momentos cuando destaca el teclado que el elemento sinfónico predomina (influido por Genesis y ELP). En fin, Circo al Edén, con su EP debut “Sólo Los Valientes”, se enfiló por el camino del power-metal con tonalidades progresivas, bajo influencias de Nightwish y Epica. Su próximo lanzamiento habrá de reforzar las vías de sofisticación melódica y estilización progresiva que la banda se ha propuesto como norte: como parte de esta labor de reforzamiento, el baterista de Árbol de Fuego asume desde hace un tiempo los multiplicados roles de teclista y guitarrista en el diseño del nuevo material.

4. PROGRESIVO PSICODÉLICO

ETER-K es la banda progresivo-psicodélica del Perú, por antonomasia. Aunque no comenzó sus días como power-trío, es con este formato que Iván Santos y co. lograron edificar su voz propia dentro de la experimentación psicodélica en la escena underground peruana, especialmente a partir de su tercer álbum, precisamente titulado “III”. Iván Santos tiene tras de sí una trayectoria muy nutrida y versátil, pero ciertamente es en el área de las riesgosas aventuras progresivas de corte space-rock donde él puede dar rienda suelta a sus preferenciales inquietudes cósmicas. Su capacidad para hacer volar la mente del oyente con sus fraseos, solos, riffs y efectos es tan contundente que determina la capacidad de ETER-K para proyectarse aventuras sónicas desde el primer instante, sin titubeos y con aspavientos. Ahora que estamos ad portas del lanzamiento de su cuarto disco “Observando El Universo”, cabe notar, a partir de los adelantos vertidos en la red, que la banda ha logrado plasmar las máximas expresiones de refinamiento y colorido hacia las que su concepción lisérgica y vitalista del rock experimental.

Serpentina Satélite es otro referente fundamental de la vertiente psicodélica “made in Peru”. A diferencia del estilo de la banda antes mencionada, el sonido de este grupo aspira a alimentarse de la fuerza telúrica de la tierra y motivar una nueva mirada hacia el entorno desde profundidades nuevas, horadadas a punta de reforzar continuamente la robustez visceral de los dobles guitarreos y la filuda estructura rítmica de sus jams. La psicodelia pulsátil del Hawkwind pre-1974 y el krautrock guitarra-céntrico de Guru Guru y Ash Ra Tempel son los referentes más obvios de este grupo, el cual ya ha conquistado las mentes de varios amantes y coleccionistas europeos de rock vanguardista con sus dos últimos álbumes “Nothing To Say” y “Mecánica Celeste”.

Pronto a sacar al mercado su disco debut, Macondo establece un camino intermedio entre la gallardía lisérgica de ETER-K y la robustez nerviosamente muscular de Serpentina Satélite, al menos eso nos ha parecido a partir de las dos veces que hemos visto a la banda en acción. Este grupo está a punto de editar su disco debut, así que esperemos poder ver pronto cómo se plasma en el formato fonográfico su propuesta psicodélica de altas ambiciones artísticas.

No precisamente situadas dentro de la “doctrina progresiva”, pero con voluntarias e incluso alevosas conexiones estilísticas con el modelo del progresivo psicodélico, bandas como Jardín de Piedra, The Satellite, El Mundo de Pecval, Pilotocopiloto y Kinder han generado valiosas contribuciones a la idea del deseo de trascender como misión del lenguaje rockero. El disco de Jardín de Piedra “Mapa Universo” es un ejemplo de cómo se puede utilizar las potencialidades expansivas de la psicodelia a la hora de explayarse sobre los colores y dramatismos propios del lenguaje rockero: la secuencia de los últimos 4 temas de este disco refleja un pulso impecable a la hora de abordar este tipo de aventuras. Por su parte, desde la vía del post-rock, El Mundo de Pecval y The Satellite (“Widescreenoscopio”, álbum de estos últimos, está disponible en la red virtual de Bandcamp) se encargan de optimizar la inquietud intimista esencial a este estándar rockero alimentándola de un nervio propio de la psicodelia, logrando así darle una luminosidad especial a sus grisáceamente misteriosos viajes sónicos. Pilotocopiloto y Kinder, cuyos respectivos discos debut homónimos estuvieron entre lo mejor que dio en la vanguardia rockera nacional del año pasado, comparten, además del baterista, sonoridades traviesas y neuróticas, y también referentes de influencia tan variados como el krautrock (tanto el “motorick” a lo NEU! como el electrónico), el math-rock, el no-wave, la psicodelia y el progresivo Crimsoniano. Pilotocopiloto se afianza a su conciso esquema de guitarra-batería para focalizarse en viajes sonoros frontalmente ágiles, mientras que Kinder elabora una sonoridad más densa en base a sus triples guitarreos y las intrusiones continuas del sintetizador en capas y ornamentos varios.

5. PROGRESIVO SINFÓNICO ESTÁNDAR

El primer nombre que se nos viene a la mente en este rubro es el de Kharmina Burana. Su disco debut “El Arte De Seguir Vivos”, editado a fines de julio de 2008, refleja el camino evolutivo de una banda desde sus raíces iniciales en el blues-rock clásico hasta una reconstrucción masiva con miras a recuperar y celebrar los legados de Genesis, Jethro Tull, Gentle Giant, PFM y Kansas. El sonido sinfónico conquistado por la banda exhibe un colorido vibrante y prolijo, revitalizando la vieja escuela del género progresivo con un vigor nuevo. Hoy por hoy, la banda no solo ha pasado por un importante proceso de realineación sino que, sobre todo, está reformulando su visión sinfónica para incorporar infraestructuras Crimsonianas y Yessianas al bagaje sonoro antes mencionado: su nuevo material, pronto a ser recogido por un segundo disco, promete establecer un nuevo paradigma dentro del concepto legendario de rock sinfónico en nuestra escena nacional.

Cerramos esta sección y esta ponencia trayendo a colación a los grupos La Bruma y 300 Generaciones. El primero de éstos se formó en los 80’s bajo la tutela inspirativa de Frágil y su inmortal álbum debut “Avenida Larco”, pero ha sido recién en el nuevo milenio que su líder Carlos Gómez-Sánchez se dispuso a recuperar el proyecto y editar, primero, el disco “Tiempos De Agua” en 2006, y más recientemente, un segundo disco en el que el sinfonismo de base se alimenta de matices y cadencias propias de la fusión andina. Este híbrido promete. Por su parte, 300 Generaciones, cuarteto guiado por el veterano maestro Frank Edgar, también está dispuesto a revitalizar el estándar del progresivo sinfónico con una sólida recuperación de los legados de Genesis, Yes y Pink Floyd, incorporando también elementos del así denominado “rock indie”: según tenemos entendido, su disco debut ya está dispuesto a salir pronto al mercado.

6. PROGRESIVO EXPERIMENTAL FREE-FORM

Esta etiqueta se define más bien en oposición a las demás: pretendo utilizarla para aquellas bandas que no se limitan a replantear o desafiar los cánones estructurales más habituales del discurso históricamente validado del rock… sino que van un poco “más allá” y rompen con el concepto mismo de estructura, celebrando la ruptura en tanto tal y regodeándose en la peligrosa libertad que hallan en esta situación a la hora de explorar sonidos aventureros. La idea de composición en tiempo real es llevada hacia un extremo muy peculiar, haciendo incluso de la desestructuración rítmica una parte esencial de la actividad creadora in situ. Esta vertiente ha tenido una presencia muy discreta incluso dentro del entorno que suele ser más abierto a propuestas vanguardistas, es como si este tipo de experimentación progresiva portara consigo el sello innato del solipsismo. En fin, ubicamos aquí a Museo Heterodoxo y El Ensamble del Caos. Estas dos bandas tienen en común al baterista Adrián Arguedas, cuya larga estancia en Leuzemia y actual membresía en ETER-K lo convierte en una figura significativa dentro de la vanguardia rockera de nuestro tiempo.

Museo Heterodoxo fue un proyecto a dúo entre el guitarrista Marco Antonio Villalobos y Arguedas. Su único registro fonográfico de 2006, “De Los Brujos, Magos y Alquimistas”, es un despliegue de vigor y tensión arrojados a una perpetua situación de incertidumbre, donde nada hay de arquitectura o ingeniería en los diálogos armados entre guitarra y batería: todo es un flujo continuo de inquietudes y pulsaciones que evocan sueños, exorcizan fantasmas y transgreden racionalizaciones. El grupo dejó en la puerta del horno un disco doble originalmente diseñado para suceder al disco de 2006: una pena, pues el disco en cuestión aspiraba a llevar la propuesta musical del dúo hacia dimensiones expresivas aún más furiosas. El otro grupo que traemos a colación aquí, El Ensamble del Caos, no llegó siquiera a editar un disco, pero quienes asistimos a varias de sus actuaciones nos pudimos hacer una buena idea de la línea de trabajo tan esforzadamente radical que el grupo proponía. Bajo la guía dual del guitarrista José Javier Castro y el bajista Kamilo Riveros y con el soporte de Adrián Arguedas, este ensamble desarrollaba vuelos sónicos con la ambición de llenar espacios y generar un colorido especial desde dentro, para lo cual se sumaban colaboradores a los teclados (alguna vez tuvieron dos en el escenario), maderas y/o metales. Los peligrosos vericuetos sónicos en curso generaban contundentes engalanamientos motivados por un deseo de aventura en su más pura expresión postmoderna.

7. EL ROCK PROGRESIVO COMO MISIÓN EN EL PERÚ

Comenzamos la última sección de esta ponencia señalando que desde hace varios años contamos en Latinoamérica con sellos de producción y distribución de música progresiva y afines (otras formas de experimentación contemporánea en el jazz y el rock) como son Azafrán Media (antes Luna Negra, de México), Viajero Inmóvil (de Argentina), Mylodon Records (de Chile) y Rock Symphony (de Brasil). Lo más parecido a eso que tenemos en el Perú es el sello Sonidos Latentes, surgido desde el seno de la escena prog-metalera pero genuinamente abierta a englobar un catálogo más expansivo y establecer nexos de convivencia con otras iniciativas individuales y autogestionarias, tanto en el proceso de distribución fonográfica como en la organización de conciertos. De hecho, Sonidos Latentes está involucrado con varias facetas del underground limeño, e incluso se ha dedicado a reeditar material inédito de décadas pasadas que hasta el momento había quedado relegado al ilustre sitial de “leyenda urbana”.

También hay una radioemisora internauta dedicada a difundir música progresiva de múltiples lugares y épocas, llamada Transylvania Boogie: a cargo de esta radioemisora está el músico Mauricio Hooker (quien gusta de apodarse “The Hook”), miembro de Kharmina Burana. Esta iniciativa ya tiene férreos y bien asentados en la muy prolífica área radiofónica argentina: programas como Progresiva Setentas, El Retorno del Gigante, La Progresión, Gigantes Bajo El Sol, y Gigantes Gentiles celebran, cada uno a su estilo y con sus particulares enfoques prioritarios, los aportes de ayer y hoy al ideal del rock artístico. También se puede mencionar el programa mexicano Eufonía. Todo esto significa una recuperación del ritual de escuchar radio, la aventura de transitar entre el asegurado disfrute de lo ya amado y el develamiento de “cosas nuevas” que nos motivan a seguir explorando el impulso de la propia melomanía, aprovechando los nuevos medios de comunicación en red.

La consistencia y tenacidad en estas vías de difusión son parte integral de la oportunidad que tiene ahora el rock progresivo de ser una fuente vital de creatividad dentro de nuestro país: se trata, pues, de generar un magnetismo desde la propia fuerza de voluntad para así plantar la semilla de la curiosidad en los miembros más aventureros del público rockero y tentar el interés de los conocedores y coleccionistas pertenecientes a generaciones más veteranas. La visión conceptual detrás del armado de festivales de rock progresivo (o art-rock o como se le quiera llamar) deberá mantener un esquema más o menos bien definido sobre los tipos de “rock diferente” que se engloban dentro de dicho concepto. Debemos tener en cuenta que para muchas bandas, lo progresivo puede ser su tipología esencial, mientras que para otras lo progresivo será un punto de referencia importante dentro de su propio eclecticismo sonoro: no es lo mismo ser un grupo metalero que un grupo con elementos metaleros, no es lo mismo un ensamble de música electrónica que un ensamble que incluye un fuerte componente. Será conveniente ordenar con lógica y coherencia esta misión de difundir y potencializar el rock progresivo peruano marcar un horizonte que congregue a las bandas y artistas de línea progresiva y de afinidades progresivas, más allá de sus matices diferenciadores y la especificidad de cada misión musical particular.

Como conclusión final, es obvio que será inevitable, como pasa con todo producto de la razón humana, que el movimiento progresivo se convierta en un gueto a fin de sobrevivir y fortalecerse sostenidamente. Eso sí, en aras de explotar lo mejor de la racionalidad humana y no limitarse a la ética del gueto, también será una necesidad el extender vías de comunicación con bandas y propuestas de otras vertientes estilísticas dentro de la ética rockera integral. En el caso de los “residentes” de este gueto progresivo, resultará vital el mantener una actividad continua en festivales rockeros de cartel abierto, celebraciones públicas y contextos multimedia que incluyan el aspecto musical, teloneando a bandas amigas o pidiéndoles que los taloneen, etc. Dicho en forma simple, hacer música rock como cualquier otra vertiente rockera lo hace.

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